Este 14 de febrero, cumpliría CIEN años quién fuera uno de los mejores jugadores de Huracán de MdP, SEBASTIÁN "EL PIBE" PAPAGNI.
Nacido en el barrio huracanense, en San Juan y Moreno, a tres cuadras
 de la que luego fue la sede del aquel entonces "Sportivo Huracán", 
desde los 18 años vistió la casaca del globo. Fue campeón en el 33', 
integrando uno de los mejores equipos ganadores de toda la historia. 
Luego fue campeón en el 49' siendo entrenador incluso en partidos 
interzonales.
Cuando en la década del 40' abandonó tu 
gran labor como deportista, primero fue preparador físico y luego 
Director Técnico. Más adelante integró las Mesas Directivas del Club y 
fue presidente en 1959 y vice en 1979.
Hasta sus 
últimos años, fue uno de los más fervientes hinchas del Globo 
Marplatense, ese globo por quién no sólo dedicó muchas de las horas de 
su vida, sino que aportó de su trabajo y fue uno de los techistas y 
obreros que levantaron la actual sede de la Avenida Colón.
Hoy,
 es un ejemplo de lo que es "amar" a Huracán, y eso lo demostró siempre 
RECONOCIENDO a quiénes no eran sus amigos (los menos...), lo demostró 
cediendo espacios a otros que entendió eran mejores que él en tal o cual
 función. Sus hijos y nietas, heredaron su legado: "A Huracán, antes 
muerto que abatido".
La crónica de 1936 que adjuntamos, lo describe como un apasionado jugador de Huracán:
"Año 1936 - SE DEFIENDE UN FUTBOLISTA
Elevó nota al Consejo Directivo, protestando porque se le suspendió
Debería publicar la defensa escrita
Sebastián
 Papagni, jugador de Sportivo Huracán en el campeonato de las “broncas” 
fue suspendido no ha mucho por el Consejo después de oir la voz del 
referee que controló el lance que ese club perdió con San Lorenzo.
Según
 tenemos entendido, el aludido placer se expresa en términos jugosos 
contra el “pito” porque a su criterio lo mandó derecho a la “pileta” 
satisfaciendo desavenencias antiguas.
Es una lástima que 
la Asociación no remita la defensa del “reo futbolístico” a la prensa, 
así los aficionados podrían enterarse de que los “shoteadores de 
balones” también se convierten en jurisconsultos cuando las 
circunstancias lo requieren.
Es un caso notable este que merece estudiarse bien.
Nos
 parece que el jugador de fútbol –la fuerza viva del deporte- tiene 
tanto o más derecho a la defensa que un árbitro, que suele con su 
impericia originar cada batalla de siete mil demonios…
Sería
 conveniente que la secretaría de la Asociación remitira a la prensa 
local la defensa del jugador Papagni, suspendido a raiz de los hechos 
acaecidos en el match Huracán – San Lorenzo."
 

 
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